El monumento a Máximo Gómez: uno de los principales atractivos urbanos del Malecón
El majestuoso monumento a Máximo Gómez que se eleva sobre el horizonte a la entrada del Túnel de la Bahía de La Habana fue erigido en honor al general dominicano, quien fue jefe supremo del Ejército Libertador cubano. Gómez luchó desinteresadamente en las guerras independentistas contra España y murió en suelo habanero a inicios del siglo XX.
Este imponente conjunto escultórico monumental constituye uno de los atractivos urbanos del Malecón habanero, junto a otros como el Parque Maceo hecho en 1916, los monumentos al acorazado Maine construido en 1925 y a Calixto García erigido en 1955, así como el Torreón de San Lázaro, el Castillo de La Punta y el Castillo de la Fuerza.
Para escoger el proyecto del monumento que rendiría homenaje al General Máximo Gómez Báez, “El Generalísimo”, se convocó a un concurso en el año 1916 cuyas bases establecían que debían respetarse las exigencias de las esculturas ecuestres: en el caso de Gómez, por ser extranjero, debían mirar al mar y tener el caballo apoyadas las cuatro patas sobre el suelo porque el héroe había fallecido de muerte natural.
La obra escogida fue la del joven artista italiano Aldo Gamba, decisión que suscitó mucha polémica y descontento y fue cuestionada incluso ante la cámara de representantes, que la revocó pero Gamba presentó un recurso judicial y terminó legitimándose su elección.
El monumento que según lo previsto debía estar listo en 1925, para conmemorar el vigésimo aniversario de la desaparición física del General Máximo Gómez, vino a culminarse diez años más tarde, en 1935, el 18 de noviembre cuando se cumplían los 99 años del natalicio del prócer, en un acto solemne al que asistió su creador quien fue invitado por las autoridades de la isla.
Estaba rodeado por un amplio parque que fue eliminado durante la construcción del túnel de La Habana y luego se rehízo a una escala mucho más pequeña. La nueva posición hace difícil el acceso al monumento debido a que está circundado por varias avenidas muy transitadas.
Guerrero ejemplar y legendario
Por su grandilocuencia y riqueza alegórica el conjunto escultórico presenta la figura del Generalísimo como lo que realmente era, un guerrero legendario y ejemplar. Su estatua ecuestre se encuentra sobre un templete rectangular, soportado por doce columnas dóricas de mármol blanco, el cual se inspiró en el templo de la patria.
El monumento está asentado sobre una enorme plataforma provista de tres gradas de escalones ascendentes que se extienden hacia el frente y conforman un estanque de agua. Consta de varias partes fundamentales: el zócalo, la base del templo, así como el templete y la estatua ecuestre ya descritos.
En el interior del zócalo que es cuadrangular se hallan los restos del héroe. Los laterales están decorados con bajorrelieves que aluden a los sacrificios del pueblo: mujeres con hijos en los brazos como dispuestas a darlos en aras de la liberación, campesinos ofrendando sus bienes, todas las figuras visten túnicas clásicas.
Estos sacrificios populares son consagrados a la Aurora Nacional, representada en el frete de la base por un altorrelieve. Justo allí se ubica un arco triunfal semicircular, de donde nacen briosos caballos del sol en tropel que indican el avance hacia la libertad y la prosperidad de la nación.
Por su parte la base del templo como segundo cuerpo del monumento posee altorrelieves que simbolizan también la libertad de Cuba por la marcha triunfal del pueblo hacia la escultura de la Victoria con las alas abiertas, la cual sostiene en su mano derecha la antorcha encendida de la paz y la liberación y en la izquierda un ramo de olivo.
Esta obra magnífica es una de las tantas joyas que hacen de La Habana una Ciudad Maravilla del Mundo moderno, tal y como se le declaró en 2016.