Nos vamos a charanguear a Becujal ¿te apuntas?
Si Bejucal, un municipio campestre ubicado a 20 kilómetros de La Habana en la provincia de Mayabeque, no se hubiera encaprichado en tener uno de los Tres Principales Festejos Nacionales de Cuba, quizás hubiera pasado sin penas ni glorias.
Pero quiso el ingenio y la sabiduría popular que esta comarca fuera oficiadora de unas charangas que, junto al Carnaval de Santiago y Las Parrandas de Remedios, conforman esa colorida tríada de eventos festivos.
Las Charangas de Bejucal son unas fiestas que, con amplísima participación popular, remontan su historia algunos siglos atrás, a partir del amistoso enfrentamiento entre dos bandos igualmente equipados y diferenciados por sus himnos, congas y alegres comparsas.
Derroche de iniciativas e ingenio, caracterizan ese colorido choque de pasiones, colores música y baile. Son las enormes carrozas el máximo protagonista del hecho cultural, y materialización artística del imaginario estético cultural de un pueblo.
Las Charangas, hacen honor a su condición de patrimonio cultural de la nación, y se aseguran un sitio especial dentro de las tradiciones cubanas, a partir de su existencia centenaria y la increíble convocatoria que tienen dentro de todo el país.
El parque central del pueblo protagoniza durante la madrugada un increíble duelo entre los centenarios bandos, identificados cada uno por el azul y el rojo, una lid de dos enemigos históricos desde hace siglos, que regalan al visitante una de las noches más espectaculares de todo el año en Cuba.
El climax de la celebración se alcanza en el momento mismo en que se van revelando las carrozas de cada bando, colocadas en extremos opuestos de la vieja plaza. Contrario a lo que sucede en Remedios donde el trabajo es más minucioso y dilatado, aquí el público asiste in situ a la inaudita transformación de una simple plataforma en un palacio de luces con alturas de hasta 25 metros.
Las comparsas rivales irán adicionando fragmentos de modo que paulatinamente la carroza toma su forma final con coloridos y finos adornos florales, estampas murales y como aderezo, la interpretación de prodigiosos personajes danzantes.
El hecho, por supuesto siempre se ve acompañado por ritmos musicales, en especial, del profuso repertorio de congas cubanas, suerte de rumbas callejeras derivadas de los contagiosos y rítmicos cánticos de los negros esclavos en los días de la colonia.
De ahí precisamente surge la tradición, de esa mezcla afrocubana con el componente ibérico, pues aun cuando incorporan esos elementos, los orígenes de las Charangas de Bejucal tienen su gestación en la Navidad y la Nochebuena católicas.
Argumentan los estudiosos del tema que durante la primera mitad del siglo XIX los dueños de las dotaciones de esclavos les daban el día de regalo y ellos, danzaban y tocaban sus ritmos en torno a la iglesia.
Con los años, estas festividades adoptaron un carácter popular, aunque todavía algunos le consideraban una festividad vulgar o profana. Un criterio que fue derrotado desde el momento mismo en que todo el pueblo se comenzó a agrupar en dos bandos opuestos y con un origen clasista.
De un lado quedaron entonces los vulgares y profanos, “La Musicanga”, que integraba a los criollos, los negros y mestizos humildes; mientras del otro lado pugnaban “Los Malayos”, donde se unían los españoles y cubanos simpatizantes de la corona.
Ya en los inicios del siglo XX los nombres de los dos grupos cambiaron; “La Musicanga” pasó a ser “La Ceiba de Plata” y tomó el color azul y al alacrán como sus símbolos. Mientras que “Los Malayos” se convirtieron en “La Espina de Oro” asumiendo el color rojo y como mascota al gallo.
Con tan admirable origen, las charangas de Bejucal son la expresión más popular y genuina de este tipo de celebraciones en el occidente cubano. Las congas y los personajes típicos como el Yerbero, la Macorina o la Mujiganga constituyen los elementos distintivos de esta fiesta tradicional, y le aportan un pintoresquismo indudable.
Arte, colorido, pirotecnia y alegría caracterizan por igual a esas festividades que logran admirar a visitantes y pobladores, un festejo que con orgullo reconocemos como Charangas de Bejucal.