Curiosidades y tribulaciones del cobro de las remesas en Cuba
Las remesas son una de las principales fuentes de ingresos de muchas familias cubanas y de la propia nación.
Pueden llegar por diferentes vías, giros postales que se cobran en correos específicos de los distintos territorios de la isla, mediante transferencias bancarias, o por la Western Union, la empresa que ofrece servicios financieros de Comunicación y tiene su sede en Estados Unidos.
Y justo en los Estados Unidos se encuentra la mayor comunidad cubana fuera de la isla, que es a su vez la cuarta en ese país y entre los aportes más importantes que se le reconocen están precisamente las remesas familiares. La mayor cantidad de las que se reciben en Cuba, lógicamente, se envían desde el país norteño donde se estima viven más de dos millones y medio de cubanos. Esta cifra, según se ha calculado, representa el 70% de la población nacional que radica fuera de La Mayor de las Antillas.
España es el segundo país preferido de los cubanos para emigrar, pero en realidad se les puede encontrar en los lugares más impensados del planeta. Y desde allí una gran mayoría se las ingenia para enviar dinero a su familia en Cuba, utilizando las variantes mencionadas o a conocidos o amigos que viajen a la isla.
Pero volvamos a la cola, ese fenómeno propio de la nación antillana con sus carencias y paciencias. La situamos en los correos, donde es posible cobrar las remesas, específicamente en los más los más céntricos y concurridos de La Habana, Capital de la isla.
Es pertinente aclarar que en todos los casos el dinero enviado desde el exterior es cambiado a pesos cubanos convertibles, CUC, que es la moneda oficial cubana por la cual se canjean las divisas que entran al país, a cada una de las cuales se les aplica un impuesto del 10% sobre el cambio efectivo.
Y bueno, si se hacen colas se produce otro acontecimiento muy peculiar, un hecho que forma parte de la cultura y la idiosincrasia nacional: la socialización que se produce en ellas. Llegas sin conocer a nadie y te enteras de la vida y obra de varios de tus compañeros de espera, de medidas económicas que están por venir.
Comentarán de dónde viene el dinero y quién se los envía, contarán cómo les fue en el país donde está su familiar y que no se acostumbraron porque “allá no es como aquí, que estamos haciendo esto ahora de hablar sin conocernos, allá la gente ni se mira, cada cual está en lo suyo y a nadie le importa la vida de nadie”.
Una señora posiblemente encuentra trabajo para su esposo que está fuera, porque otra de la cola le cuenta que en un mercado X del país donde se encuentra, que es el mismo donde está su hermano, contratan a los cubanos que saben cocinar y le da el nombre de una persona a la cual ver.
Otro que llega, indaga si hay dinero en el correo. Sí, porque esa es otra posibilidad, que los CUC se acaben y haya que regresar otro día. Alguien reza para que tampoco se les ocurra fumigar y cerrar el local o para que cuando le toque turno los billetes que queden no sean todos de tres pesos.
¡Ah¡ y no se te ocurra ir en fechas festivas como el fin de año, día de las madres, de los enamorados, porque las cola es sencillamente imposible.
Por fin llega tu turno y, una vez dentro del correo, entregas al empleado tu documento de identidad, le muestras la clave del pago que te dio la persona que te envía la remesa y que casi todo el mundo guarda en el teléfono o en un papelito, recibes tu dinero y sales de allí pensando que ya puedes adquirir varias cosas que necesitas y esperando, con toda la fuerza de tu optimismo, “¡ojalá que pueda encontrarlas!