14 formas de decir “no me interesa para nada” y algo peor…
Esas son algunas de las maneras en alguien en Cuba te hace saber que algo no le interesa en lo absoluto, que no es importante para él o que no le teme a las consecuencias de un hecho, a la actitud de otra persona o a cualquier cosa.
La verdad es que los cubanos son bastante tolerantes, puede decirse con seguridad que ¡demasiado! en ocasiones. O más a la cubana todavía: muchas veces se vuelven aguantones (soportan mucho más que lo que la dignidad debiera permitir), eso porque casi involuntariamente, como un reflejo condicionado, tienden a ser paranoicos y temerosos de las consecuencias de sus actos.
Pero hay momentos en que la realidad es tan tensa, tanto el estrés o sus necesidades son tan imperiosas que superan todo temor y entonces el cubano se explaya y dice ante aquello que puede afectarlos cualquiera de estas simpáticas frases, que por lo general también significa que lo tienen “hasta el último pelo”. Así que no es raro oírle en estas circunstancias decir enfáticamente:
1. Me da lo mismo ocho que ochenta
2. Me da lo mismo chicha que limoná
3. No me da ni frío ni calor
4. Eso ni me va ni me viene
5. Que salga el sol por donde salga
6. Me resbala
7. Me baño con quimbombó
8. Me importa un pito
9. Me importa un carajo
10. Me importa un rábano
11. Me importa un pepino
12. Me importa un bledo
13. Me importa poco
14. Me da igual
Preocupa en cambio ¡y mucho! que el “no me importa nada” no siempre los lleva a reclamar algo justo, a mostrar su rebeldía ante un acto que viola sus derechos, sino que cada vez está más identificado con la indolencia, esa que se ve a diario en las guaguas (autobuses) en que muchas veces nadie le da el asiento a una mujer embarazada o con un niño en brazos, a un impedido físico, un inválido o un anciano.
Estamos hablando de una indolencia y desinterés que están sepultado el permiso, por favor, gracias, disculpa, buenos días-tardes-noches, la caballerosidad, la gentileza, el respeto, la solidaridad, la ética, el tacto, el decoro y otras buenas costumbres y valores que siempre caracterizaron al cubano.
Y que conste, que las carencias no justifican esas actitudes, porque los miembros de las más míseras familias campesinas y obreras de antes de 1959 conocieron, respetaron y ejercieron esos valores desde tiempos inmemoriales.
Ahora ¿Quién le pone el cascabel al gato de la alfabetización cívica de la nación?
Si lo sabes, tienes otra frase que sumar o algo que decir, por favor, te agradecemos que lo incluyas en los comentarios.