¡En Cuba hay estatuas que hablan!
¡En Cuba hay estatuas que hablan! Y no solo hablan, también ríen, danzan, hacen trucos de magia, alimentan a las palomas, regalan tarjetas de la buenaventura, y hasta pagan sus impuestos. Se trata de las estatuas vivientes que decoran la vida del Centro Histórico de La Capital de Cuba, La Habana Vieja, Patrimonio de la Humanidad y ya están presentes en los spot de televisión que dan a conocer a la Isla y su gente por el canal Cubavisión Internacional.
A ellas el propio historiador de la ciudad, Doctor Eusebio Leal Splengler, les ha dedicado uno de los programas de su conocido y popular espacio televisivo Andar la Habana. Llegaron a inicios del milenio y se han convertido en uno de los atractivos obligatorios del paseo por la parte más antigua de la principal urbe cubana, declarada Ciudad Maravilla del Mundo en 2016.
Quienes practican este arte, también conocido como teatro del silencio, son en su mayoría artistas autodidactas, pertenecientes a la Empresa Gigantería que ofrece otros servicios de animación cultural en La Habana Vieja. Sus integrantes son trabajadores por cuenta propia, una alternativa de trabajo privado impulsada por el gobierno comunista de la Isla y pagan sus respectivos impuestos. Todos han estudiado por su cuenta, recibido cursos y hallado la manera de investigar a profundidad para crear sus personajes, armándose de recursos de actuación, pantomima, malabarismo, clown e incluso acudiendo a la meditación Yoga y hasta al uso de mantras.
El intenso proceso de creación de cada personaje requiere de un trabajo previo riguroso que va desde la indagación detallada hasta la compra del maquillaje, a veces se hecho a partir de pinturas que no son inocuas para la salud, la creación del vestuario y sus accesorios y la preparación psicológica de la persona que representará a su estatua desde dentro.
Es la responsable combinación de todos estos factores, lo que hace que estos monumentos vivos sean tan convincentes y seductores como La Habana misma. Generalmente se les puede admirar en las calles más populares: Obispo, Mercaderes, Obrapía, Oficios, en la Plaza Vieja y en la de San Francisco de Asís, en la cual convergen el antiguo Convento del mismo nombre, hoy sala de conciertos y la Lonja del Comercio, aunque ya son contratados también para animar fiestas y actividades públicas o privadas.
Las personas se aglomeran a su alrededor para admirarlas, tomar fotografías y videos, echar dinero en las recogedoras (recipiente accesorio habilitado con ese fin) para verlas moverse; y no importa cuánto se empeñe su autor en darles título, serán sus observadores quienes les darán el nombre con que serán conocidas.
Entre las más llamativas se encuentran la de Claudio Brindis de Sala, sensacional violinista decimonónico cubano, cuyas magníficas ejecuciones fueron escuchadas en plazas de América y Europa. Se le consideró genio, el mejor de su tiempo, sin embargo murió en la miseria en la ciudad de Buenos Aires. Su intérprete, el artista Alberto Sánchez, es también autor de otras como El Hombre de Hojalata, amado de los niños por sus actos de magia y malabares, El Hombre sin Cabeza, El Vendedor de Tabaco. Pero sin lugar a dudas su mejor obra, la más ingeniosa es El Levitador un personaje que tal vez se asemeja por su atuendo a un árabe, ante cuya visión todos quedan boquiabiertos, pues efectivamente parece estar suspendido en el aire.
Una de las primeras representaciones de este tipo fue el Caballero de París, creada por el actor Andrés Pérez, de la cual existe una estatua real de bronce del maestro Villa Soberón frente al Convento de San Francisco de Asís. Representan a un emigrante español que perdió la razón muy joven, sencillo aunque de porte señoreal que deambuló muchos años por las calles de la ciudad y fue muy querido por los habaneros.
Al espectacular conjunto se unen El Arlequín, El Vaquero, El Pirata Francis Drake, La Giraldilla que rememora la estatua insignia de La Habana, El Hombre de Barro, El Minero, El Chelista, La Dama de la Buena Ventura, La Bella Palomera y otras que van naciendo de la inspiración de los protagonistas de este arte que ya es parte de la cultura nacional.