La Virgen de La Caridad del Cobre, su historia y su magnífico Santuario, el más visitado de Cuba
La Basílica Santuario de Nuestra Señora de la Virgen de la Caridad del Cobre, la Patrona de Cuba, la más amada por los cubanos, símbolo de unidad e identidad nacional, es la iglesia más famosa y visitada del país. Se encuentra encima de un cerro denominado Maboa, en El Cobre, un poblado situado 20 kilómetros al oeste de la Ciudad de Santiago de Cuba.
Esta edificación constituye una verdadera joya de la arquitectura con un gran valor patrimonial. Su estilo es ecléctico y consta de tres naves: una central donde se halla el altar mayor que termina en una cúpula de ladrillos rojos, la cual resulta la máxima altura del majestuoso edificio y dos laterales que culminan en dos torres campanarios de menor tamaño, también coronadas por cúpulas de igual color, aunque triangulares.
Pero la ubicación del templo es privilegiada. Por un lado las altas montañas de la Sierra Maestra que lo rodean y parecen arrullarlo con todo su magnífico su verdor y por otro el hermoso azul del cielo, todo contrastando en divina armonía, le conceden a este querido lugar una belleza realmente sublime y etérea.
Dentro se encuentra la adorada Virgen de la Caridad, canonizada en 1936, que además de la infinidad de fieles que llegan al santuario a venerarla, ha sido visitada por tres papas: Juan Pablo II en 1998 quien la coronó y le entregó el deslumbrante traje bordado en oro y adornado con piedras preciosas; Benedicto XVI, el cual le ofreció en 2012 una rosa de oro y Francisco que en 2015 le ofrendó un búcaro con flores, ambos de plata.
Lo cierto es que luce hermosísima y cautivadora sobre un altar de plata maciza y mármol adornado con objetos muy valiosos, justo en lo alto de la parte superior de la iglesia. Durante la misa la imagen se ubica de frente los fieles que asisten a la ceremonia religiosa y en otros momentos mira hacia las personas que acuden a verla y a realizar sus plegarias, en una pequeña capilla a la cual se accede por la parte posterior de la iglesia, donde pueden apreciarse jarrones y búcaros repletos de las flores y cientos de velas que diariamente colocan cubanos y hasta extranjeros, venidos de toda la isla y también de todas las latitudes.
Debajo se sitúa la denominada Capilla de los Milagros, espacio donde, creyentes, peregrinos y fieles colocan todo tipo de objetos que ofrendan a la Virgen para agradecerle por sus favores entre los cuales se encuentran joyas, piedras preciosas, trofeos, medallas olímpicas, hasta incluso el premio Nóbel del escritor norteamericano Ernest Hemingway quien lo entregó, según se dice, en agradecimiento a Cuba por El viejo y el mar, principal obra que le valió haberlo obtenido.
Se afirma que las visitas diarias al templo son alrededor de 500 pero en los días próximos al 8 de septiembre, fecha en que se conmemora el día de la Virgen, este número se multiplica varias veces.
Cuenta la historia que 1635 fue llevada a Santiago del Prado la imagen de la Virgen de la Caridad, que había sido encontrada pocos años antes en la bahía de Nipe, al norte de la oriental provincia de Holguín, y surgió aquí la primera ermita en la que fue adorada.
En 1776 un terremoto destruyó la iglesia y fue sustituida por otra de tres altares. En el mayor de estos se colocó la preciada imagen a la cual le eran atribuidos ya muchos milagros. Este templo contó también con un campanario que fue igualmente destruido por otro fuerte sismo en 1906. Finalmente el 8 de septiembre de 1927 se edificó el santuario que perdura hasta nuestros días, auspiciado por el Arzobispo Valentín Zubizarreta y dirigido por el ingeniero J. Navarro.
Hoy es Virgen o virgencita de La Caridad para los católicos, Ochún para los creyentes de la Santería o Regla de Ocha, Cachita (diminutivo de caridad) para muchos cubanos que prefieren llamarla cariñosamente así; pero también es Virgen mambisa pues en las guerras de independencia contra España los soldados del Ejército Libertador se encomendaban a ella antes de la batalla y fueron veteranos de estas luchas quienes solicitaron su canonización al papa Benedicto XV.
Una necesidad de unión que está por encima de credos, ideologías, clases sociales, géneros, color de la piel; una profunda cubanía que hermana más allá de lo comprensible, constituyen el maravilloso regalo que entrega esta Virgen a quien guardan el Santuario del Cobre y el corazón de cada cubano.