El Chorro de Maíta, el sitio arqueológico más importante de Cuba
El Chorro de Maíta es un importante sitio arqueológico ubicado en Banes, provincia de Holguín, que actualmente recrea una aldea Taína y que conserva restos de lo que fuera el primer cementerio aborigen de la isla.
En este sitio, localizado específicamente en el cerro de Yaguajay, muy próximo a la famosa playa Guardalavaca, existen evidencias del encuentro de las tribus aborígenes con otras culturas. Data de 1440 hasta 1540 o sea que sus orígenes se remontan a la época precolombina y es considerado por los expertos como el mayor camposanto aborigen de las Antillas.
Fue descubierto en 1986 en un sitio habitado por agricultores ceramistas, inaugurado en 1990 como museo que expone todos los objetos y hallazgos relacionados con el lugar y se declaró Monumento Nacional en 1991.
Por las costumbres funerarias, los ritos ceremoniales, la posibilidad de reproducir grandes cantidades de cuentas, crear artefactos de tela y metal, estilizar adornos, entre otras labores, se considera que el grupo que vivió en el lugar tenía un alto desarrollo técnico y económico.
Hay fuertes razones también para considerar que hubo presencia de otras culturas como un medallón de cobre rescatado que los venezolanos solían usar a la altura de los hombros y la rótula, así como la presencia de mayólica española del Grupo I y de un esqueleto humano con una estatura de un metro y setenta y seis centímetros que superaba la promediada por los aborígenes.
Según estudios aquí se hallaron restos de una princesa, supuestamente por los atributos que poseía, entre ellos un collar (joya única en el país) de coral rosado, cuarzo, perlas, cuentas bicéfalas de oro y una cabeza de ave también tallada en el metal áureo a la que se le denominaba Inrirri en la mitología aruaca. Con su pico, según se dice, esta ave horadaba el sexo femenino e hizo que surgiera la etnia Aruaca.
Pero otros elementos refuerzan el contacto con culturas diferentes como las revelaciones de los estudiosos del Chorro de Maíta, contenidas en un artículo publicado en el sitio cubano Opciones. De acuerdo con este escrito el Centro Oriental de Arqueología reveló que al profundizar en las investigaciones arqueológicas surgieron nuevas evidencias, según las cuales en la zona del Chorro de Maíta existió un pueblo de Encomendados, donde se creó un cementerio que aunque tenía base cristiana, no era exactamente ni cristiano ni aborigen y se hallaron pruebas de la diversidad étnica presente en el lugar.
También apuntó que fueron reconocidos los restos de dos mestizos provenientes de la unión aborigen-africana y aborigen-española respectivamente, los cuales se cree que sean los más antiguos criollos de Cuba.
Sorprendente fue también la identificación de un negroide originario del norte de África y de una india mesoamericana, posiblemente de Yucatán; de 23 individuos enterrados en el lugar que no procedían de esta zona y de la diversidad cultural en la práctica de las inhumaciones aborígenes y las que no lo eran, pues muchos individuos, nativos incluidos, fueron enterrados con ropa de lino procedente del Mediterráneo, lo cual resulta verdaderamente inusual.
Elena Guarch Rodríguez, Especialista del Centro de Investigaciones y Servicios Tecnológicos y Ambientales de Holguín indicó que el cementerio cuenta con la más grande colección caribeña de objetos de metales preciosos.
Resulta una incógnita la manera en que dichos objetos llegaron a Cuba. Pueden haber sido traídos por las sucesivas oleadas de aborígenes de confines diferentes que poblaron la isla. Pero muchas otras interrogantes rodean al controversial y principal sitio arqueológico del país, como la que se cuestiona si el Chorro de Maíta era una industria artesanal aborigen, a juzgar por la gran abundancia de cuentas de cuarcito encontradas en el lugar.
El museo Chorro de Maíta ofrece al visitante todos los tipos de enterramiento aborigen y también la recreación de una aldea taína compuesta por 38 estatuas humanas a tamaño natural, esculpidas con gran híper-realismo por los artistas plásticos Argelio Cobiellas padre e hijo y Laureano Echavarría Osorio que son un reflejo del fenotipo de la etnia aruaca.
Esta aldea fue idea del prestigioso arqueólogo José Manuel Guarch quien explica que las figuras humanas poseen el detalle de la deformación del cráneo y los rostros muestran el vertiginoso envejecimiento de este grupo que era ya anciano a los 45 años de edad.
Todo es asombroso y en cada visita puede conocerse de un nuevo hallazgo en este museo y centro científico empeñado en descubrir las más antiguar raíces de la Mayor de las Antillas.