El Castillo de San Salvador de la Punta, la historia de esta fortaleza cuatricentenaria de La Habana
El cuatricentenario Castillo de San Salvador de la Punta situado a la entrada de la Bahía de La Habana, capital de Cuba integra junto al de los Tres Reyes del Morro y al de la Real Fuerza, el primer sistema defensivo de la ciudad, representado en el escudo de esta y declarado junto a su Casco Histórico, Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Hoy cientos de habaneros y también visitantes extranjeros pasean y se aglomeran alrededor de esta emblemática fortaleza para admirar desde allí la entrada de los barcos a la bahía, el Morro, el muro del Malecón, el hermoso Paseo del Prado ubicado en frente, los autos que transitan y toda la belleza de esta porción de la Ciudad Maravilla del Mundo Moderno y su vida en plena ebullición.
La construcción de "La Punta", como también se le llama, se hizo a la par del Castillo del Morro, a partir de 1589 y al igual que en este intervinieron en su ejecución el maestre Juan de Tejeda y el ingeniero militar Bautista Antonelli. Debido a contradicciones entre estos y las autoridades, así como a la inestabilidad en los presupuestos y dificultades con la mano de obra, la edificación casi se detiene en varias ocasiones.
Precisamente el Morro en la costa de barlovento y el Castillo de La Punta en la de sotavento, cada una en el lado opuesto de la entrada de la bahía habanera, constituyeron el primer conjunto defensivo de la ciudad, que permitían detectar cualquier peligro y cruzar fuego en caso de que un barco intentara entrar por la fuerza al puerto. De una a otra fortaleza se extendía la cadena que cerraba la entrada a la bahía en la noche para evitar posibles ataques de piratas y corsarios.
Para 1593 San Salvador de La Punta se hallaba en condiciones aceptables. Lorenzo de Cabreras, sucesor Antonelli y Tejeda agregó otras obras a la edificación. Pero una tormenta destruyó gran parte de esta en 1595. Su posterior reconstrucción fue asumida por el ingeniero Cristóbal de Rodas.
Tiempo más tarde, en 1762, La Punta y el Morro enfrentaron a una escuadra naval británica comandada por el conde de Abermale, que causó estragos en ambas fortalezas y logró apoderarse de la ciudad en la que se conoce como la toma de La Habana por los ingleses.
Tras ser recuperada la urbe por los españoles, el ingeniero militar Silvestre Abarca manifestó la necesidad de reforzar militarmente al Castillo. Un mandato del Rey Carlos III ordenó robustecer las fortificaciones que existían y construir otras más avanzadas y eficaces. Así en 1763 comenzaron a erigirse la Fortaleza de San Carlos de la Cabaña, el Castillo del Príncipe y el de Santo Domingo de Atarés. En La Punta, por su parte, se colocaron alrededor de 200 piezas de bronce de España y México.
A inicios del siglo XIX poseía un pabellón destinado al comandante, calabozos, aljibe, alojamiento para las tropas y capilla. Esta fue cerrada en 1844 tras la muerte del capellán. Por esa época el área exterior de La Punta, cerca del baluarte de Antonelli, fue utilizada como plaza de ajusticiamiento. Precisamente en ella tuvo lugar en 1871 el fusilamiento de ocho estudiantes de medicina, injustamente acusados de conspirar contra España, triste acontecimiento que se recuerda hasta el día de hoy.
Su arquitectura se acomoda al terreno irregular, es trapezoidal, con muros anchos e inclinados de piedra tallada. Las murallas miden 15 pies de altura por diez de espesor y veinte de terraplén. Posee tres baluartes: los de Antonelli y Quintanilla que dan hacia la tierra y el de Tejeda que mira hacia el mar, así como los semibaluartes San Lorenzo y San Vicente que culmina en los arrecifes; una plaza de armas y un foso de poca profundidad que la rodea y fue cavado en la roca costera.
Durante el siglo XX asumió varias funciones: entre 1915 y 1953 fue sede del Estado Mayor de la Marina de Guerra; Puerto Naval entre 1953 y 1959, después Escuela de Milicias y en la década de 1970 radicó aquí el Instituto Cubano de Hidrografía.
Al ser declarado el Centro Histórico de La Habana y el sistema de fortificaciones de la urbe como Patrimonio de la Humanidad en 1982, fue iniciada también la restauración de La Punta y en abril de 2002 abrió sus puertas como museo.
Un año más tarde, en 2003, recibió el Premio Nacional de Restauración por el riguroso proceso de recuperación del lugar que tuvo en cuenta las consideraciones científicas más avanzadas y fue realizado por un equipo multidisciplinario de expertos de distintas entidades, dirigidos por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana.