"El Mejunje", el más inclusivo de los clubes cubanos
En el mismo centro de Santa Clara, ciudad que también marca el centro de la isla, se erige desde hace tres décadas lo que algunos consideran la catedral de la aceptación: El Mejunje.
Cuando en Cuba, como en muchos otros lugares del orbe, las minorías sexuales eran reprimidas a veces con violencia solo por mostrarse tal cuales, un adelantado erigió entre las ruinas de un viejo edificio no un refugio gay, sino el más inclusivo de los centros de reunión.
Estamos a 278 kilómetros de la capital del país, en Santa Clara, la que muchos reconocen como la ciudad del Che y otros consideran la urbe más tolerante y bohemia de Cuba. En el número 12 de la calle Martha Abreu, un abigarrado mural recibe al visitante.
En la jerga cubana la palabra mejunje se refiere a algo así como una infusión de yerbas diversas, mezcla, ajiaco, ligazón; y eso es precisamente “El Mejunje de Silverio”, un centro recreativo cultural donde todos se juntan, porque todos tienen su casa.
Dentro, cada pared está preñada de ocurrentes grafitis que son mensajes a la convivencia, las confluencias y el amor. Aquí no hay leyes ni humanas ni divinas que se ubiquen por encima de aquel estatuto que ordena: ¡Prohibido prohibir!
Estas ruinas, cobijadas por el follaje de un framboyán y colgajos de uva, dan cabida a varios salones, un anfiteatro principal y otros dos más pequeños, un cine teatro, una galería de arte, y 3 cafés.
Siendo así, sus predios acogen diversas manifestaciones artísticas, que van desde el performance y el teatro de pequeño formato, hasta los shows de transformismo, festivales circenses, charlas literarias, muestras de cine alternativo, desfiles de modas y presentaciones de compañías músico-danzarias tanto nacionales como extranjeras.
Su inclusión se hace mucho más evidente si atendemos al costo de la entrada. Desde su apertura los precios nunca superan los 2 pesos en moneda nacional, y es conocido por todos que si el visitante no tiene dinero El Mejunje lo recibe igual. Dentro, los cocteles, bebidas y refrigerios son los más baratos de todos los espacios recreativos de la ciudad.
Quizás ello justifique también el hecho de que aquí lo mismo se desarrollan actividades infantiles, que encuentran su espacio los de la tercera edad. Con una programación de lunes a lunes y que abarca casi todos los horarios del día, por aquí desfilan los más disímiles gustos.
En su anfiteatro principal los lunes son los días del bolero con la peña Arráncame la vida y los martes tiene su turno el rock, mientras que los miércoles la casa se llena de jóvenes nostálgicos en un espacio que se hace llamar Cuando éramos chamas, y que rebusca en aquellos géneros y temas de los años 90.
Cita especial la noche del jueves, cuando El Mejunje se erige con La Trovuntivitis como el principal espacio cubano para la canción de autor. Trovadores, y fundamentalmente un público universitario, rebosan la sala y cantan hasta el amanecer.
Por su parte Los Viernes de la buena suerte atraen a los más variopintos públicos para disfrutar del grupo Los Faquires uno de los más icónicos representantes de la música tradicional y popular en toda Cuba.
Los sábados la casa se llena con la más renombrada de las tertulias mejunjeras. Cientos de visitantes llegan desde diferentes sitios de la isla para disfrutar de un espectáculo de travestismo que culmina con la controversial noche gay. Controversial, solo para aquellos pobladores en los que aún pueda quedar un atisbo de prejuicios, algo que en Santa Clara es excepción.
Cierra la programación semanal La Matineé, un espectáculo que agrupa a los más diversos públicos de la ciudad, aunque en realidad, y a pesar de la segmentación de espacios, lo que hace único al Mejunje es esa mezcla de manifestaciones artísticas y de espectadores que se aprecia cada día de la semana; una ensalada de estilos, pasiones y sueños que hacen único a este lugar del centro de Cuba.