¿Sabías que existe una glorieta morisca en el oriente de Cuba?
¿Cómo fue posible que surgiera una glorieta morisca en el mismo centro de Manzanillo? ¿Cuál es la historia que guarda tan inusual monumento? ¿A quién debemos ese espectacular regalo?
La ciudad de Manzanillo reconocida como la perla del Golfo de Guanacanayabo, se ubica a 185 kilómetros de Santiago de Cuba, y atesora innumerables valores, monumentos y objetos históricos relacionados con las gestas independistas cubanas, pues fue precisamente en las inmediaciones de esta ciudad cubana donde se dio el Grito de Yara, inicio del proceso independista contra la corona española.
Sin embargo, el símbolo de la ciudad es una singularísima glorieta que atrae a cientos de visitantes, cubanos y de otras latitudes, que quedan perplejos al observar la desbordante y colorida decoración del inmueble.
Desentonando por completo con el entorno en el que se ubicó, es precisamente ese contraste el que tanto admira al visitante. Sin tener Manzanillo un vínculo tan estrecho con la cultura morisca, realmente inquieta descubrir en el centro mismo del Parque Céspedes, tan sugerente réplica de la glorieta que preside el Patio de los Leones de La Alhambra andaluza.
Tiene una base hexagonal donde se apoyan dieciocho arcos de medio punto, tres en cada lateral; así como veinticuatro columnas, que se elevan sobre pedestales de un metro de altura, para sostener una cúpula cubierta de relucientes losas dispuestas de manera helicoidal. Su majestuoso zócalo se encuentra revestido con mosaicos de cerámica vitrificada a bajo relieve, que le confieren al conjunto una textura cautivante a la vista del transeúnte.
Igualmente se distingue por su piso y escalones de mármol, así como por el esmerado trabajo en la forja de su cancela de hierro circular. Elementos que exaltan el edificio como alto exponente de creatividad y refinamiento estético.
Dicha edificación, única de sus características en toda Cuba, fue erigida en el primer cuarto del siglo XX, aunque su inauguración oficial se efectuó el 24 de junio del año 1924, como sede a la Banda de Conciertos Municipal.
Desde finales del siglo XIX, la rotonda central del Parque Céspedes, para entonces reconocido como La Plaza de Armas, se veía marcada por un estanque con su fuente de 2 metros de altura y la imagen del dios Neptuno. Ya en los años 20 del siglo pasado el alcalde Manuel Ramírez León, propuso emplazar allí una obra que redimensionara estéticamente la urbe manzanillera.
De ahí surge la idea de construir una glorieta que además de servir como sede a la banda de conciertos marcara con especial elegancia el centro mismo de la ciudad. El proyecto aprobado fue precisamente aquel que con gráciles trazos remedaba el monumento granadino erigido en el Patio de los Leones.
Sin embargo, la manzanillera se encuentra en un ambiente muy desigual. El implacable sol del trópico, y la colorida vegetación que la circunda, le regalan un donaire especial a este edificio patrimonial del oriente cubano.
Como atavío destacable se pueden apreciar, sobre los elementos cúbicos, las iniciales M.R.L., de Manuel Ramírez León, el alcalde a quien se debió la feliz iniciativa de su construcción.
A casi un siglo de historia y debido a las impostergables restauraciones que ha requerido en distintos momentos, el color original de los ornamentos ha variado y es justo reconocer que hoy muestra una policromía un tanto diferente a la del proyecto original.
Por décadas, la Glorieta de Manzanillo ha sido protagonista de innumerables sucesos que se han desarrollado en el parque Céspedes, y ha acogido bajo su cúpula rojiza a personalidades de gran trascendencia en la historia nacional.
Hoy son muchos los visitantes que llegan hasta el céntrico parque de Manzanillo para deleitarse con esa glorieta morisca que es orgullo del oriente cubano.