Padre Pico, la más increíble de las calles santiagueras
Una arteria de la ciudad de Santiago de Cuba constituye toda una rareza de indudable atractivo tanto para los turistas como para los propios pobladores.
Una calle de singular belleza y una rareza inusual, es visitada por cientos de turistas cada día en la ciudad de Santiago de Cuba. Esta empinada arteria nos conduce hasta uno de los más renombrados barrios santiagueros, conocido como El Tivolí, y con su escalinata de 52 peldaños es uno de los sitios más icónicos de la capital oriental del país.
Actualmente la calle Padre Pico es una de las de mayor renombre de toda Cuba y en particular dentro de la ciudad de Santiago pues, además de su indudable prestancia, favorece tanto a lugareños como a visitantes el ascenso de una de las más empinadas cuestas del paisaje santiaguero.
Si bien no es la única calle con escaleras, pues existen otras como la Escalinata de la Calle Santiago, erigida en la década del 40 del siglo XX, y la Escalinata de Virgen, de reciente construcción, ninguna de ellas supera el atractivo y la historia de Padre Pico.
La calle Padre Pico está llena de leyendas y relatos, por ejemplo en la intersección con Santa Rita, fue velado el cadáver del insigne patriota Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria cubana, quien dio inicio a las guerras por independencia de la isla, el 10 de Octubre de 1868.
Si el visitante logra ascender los 52 escalones de la calle Padre Pico, hasta terminar en la intersección con San Francisco, junto a la iglesia del mismo nombre encontrará un busto del destacado sacerdote Padre Pico, del cual toma su nombre.
Se trata de la clásica postal de una ciudad caribeña, donde todas las escalinatas y muros descienden hasta la urbe de Santiago de Cuba, flanqueadas por edificios coloniales y patrimoniales.
Deambular, dejarse reposar en uno de sus trece descansos, subir, bajar y sentarse durante un rato en estas escaleras permite saborear a la más auténtica Cuba en todo color. De sus portales, se escuchan las conversaciones, las sonrisas y la música de los vecinos.
Se trata de uno de los lugares más ventajosos para hacer fotografías por parte de los turistas, pues nos ofrece la posibilidad de concebir instantáneas desde el gracejo y la espontaneidad de los habitantes de un peculiar paisaje citadino.
La obra fue construida en 1899 bajos los auspicios del alcalde Emilio Bacardí, dotando de esta manera, a la ciudad de uno de sus símbolos más inconfundibles. Hasta ese momento el lugar se conocía como Loma de Carvacho, ya que en uno de sus locales existía una juguera, propiedad de un catalán llamado Juan Carvacho, que llegó a Cuba procedente de Venezuela.
Fue el alcalde de la ciudad Emilio Bacardí quien propuso y logró que la Calle antigua del hospital se rebautizara con el nombre de Padre Pico, en honor a Bernardo del Pico Redin, cura muy querido en Santiago de Cuba por su obra benéfica entre los pobres.
Este es uno de los lugares que podemos considerar más genuinos dentro de la ciudad de Santiago de Cuba, una arteria ajena a todo medio de transporte para felicidad de los transeúntes que suben y bajan en su cotidiano transitar citadino.