Vedado: de maleza protectora a corazón de La Habana
Poblada por el diente de perro y un monte cerrado desde el Torreón de San Lázaro hasta la mencionada desembocadura de la Chorrera (río Almendares).
Esta maleza agreste era estratégica en aquellos momentos para proteger a La Habana del ataque de piratas y corsarios y se dictó una orden que prohibía todo tipo veredas o caminos, asentamientos, pastoreo y cualquier otra actividad humana que favorecieran el acceso de los invasores. Entonces esta zona se convirtió en el sitio "Vedado" de ahí el origen del nombre.
Pero en 1858, según el historiador Emilio Roig de Leuchsering, se permitió parcelar la estancia El Carmelo de unas 105 manzanas. El apogeo del sitio comenzó en cambio, cuando sus dueños: El Conde de Pozos Dulces, Don Francisco de Frías y Jacob y sus hermanos recibieron el permiso para dividir sus posesiones denominadas igualmente El Vedado.
Se extendía desde lo que hoy es Paseo hasta la Batería de la Reina, donde se halla hoy el Hotel Nacional de Cuba. Primero contó con viente casas ubicadas a lo largo del camino por el que circulaba el tranvía y que hoy es la conocida calle Línea. Este fue relevado por un automóvil de pasajeros llamado “La Cucaracha”, el primero de motor que tuvo la ciudad y finalmente en 1900 llegó el tranvía eléctrico.
Cerca de diez mil habitantes y 1162 viviendas componían el lugar por 1903, de acuerdo con un censo hecho por los interventores estadounidenses en 1889. Poco tiempo después las parcelas del Conde de Pozos Dulces, El Carmelo y el Reparto Medina, que limita con el hoy municipio Centro Habana, terminaron uniéndose bajo el nombre de El Vedado.
El urbanista a quien le debe su magnificencia este barrio modelo de urbanización fue Iboleón Bosque quien lo concibió en manzanas de cien metros a cada lado, salvo las delimitadas por C y D que medirían ochenta, mientras que las ubicadas en D y E sería de 120 metros, porque de esta manera no se cortaban las instalaciones de una fábrica de cemento existente en la manzana enmarcada por dichas calles.
Se implantó el uso racional de letras y números para denominar las calle, se orientó todo el entramado vial de manera inteligente para favorecer la entrada a la ciudad normalmente fustigada por el sol se las brisas diurnas y nocturnas. Se emplearon también manzanas libres dotadas de árboles, iluminación, asientos y aceras internas que incluían por lo general un pedestal en el centro para orquestas, lo que les confirió el estatus de espacios públicos.
También se configuraron las hermosas avenidas arboladas G o Avenida de los Presidentes y Paseo, siguiendo el criterio de permitir la entrada de las brisas. En estas avenidas los jardines debían formar parte de las viviendas.
Fue en la república cuando se hizo verdaderamente notable y vertiginoso el progreso de el Vedado que creció en un tiempo muy corto de veinte años aproximadamente. Su imagen era aristocrática y elegante, pero también hubo una gran mezcla social que se observaba en los espacios públicos y en las calles. Varios jefes mambises emplearon su pago luego de la guerra en construir magníficas y dignas residencias, a la altura de lo que sus hazañas exigían y se instalaron allí como nuevos ricos.
La primera esquina insigne de La Habana fue la de 12 y 23 donde se halla la entrada del monumental Cementerio Colón y luego pasó a serlo la de 23 y L hasta hoy.
La jerarquía de el Vedado como principal barrio de La Habana donde se concentraban las familias más acaudaladas se mantuvo hasta la década del 30 del siglo XX, en que estas comenzaron a ubicar sus residencias en Miramar y dejaron el Vedado en mano de las clases medias.
Este hecho lo aprovecharon las compañías inmobiliarias tanto cubanas como foráneas y levantaron edificios de entre 20 y 30 pisos como El Hotel Habana Libre, el Someillan, el Focsa, también en estos tiempos fue erigido el emblemático Hotel Nacional de Cuba y otras edificaciones que formaron parte del conocido Movimiento Moderno que aunque se le reconoce un gran peso en la arquitectura cubana, no tuvo tanta influencia en el Vedado porque el barrio ya estaba sobresaturado.
Más de un siglo y medio de historia tiene El Vedado, tiempo en el que ha atesorado un prominente patrimonio arquitectónico y urbanístico, que resume la esencia misma de la armonía de este gustado barrio habanero, dada por el equilibrio perfecto entre eficacia, flexibilidad, variedad y unidad que se integran para distinguir su atrayente y encantadora fisionomía.