La loma del cimarrón o negro rebelde
Saliendo de la hermosa ciudad de Santiago de Cuba, ya en las cercanías del poblado de El Cobre, se encuentra el santuario a la virgen de la Caridad Cobre, un sitios de visita obligada para casi todos los cubanos, pero justo enfrente de este hermoso templo se erige un monumento de singular prestancia y belleza.
La loma del cimarrón concluye con un monumento que honra la memoria de los esclavos y su rebeldía ante las injusticias que se cometían siglos atrás por parte de los colonizadores españoles.
Y es que la esclavitud, que a decir de José Martí “es la gran pena del mundo”, estuvo presente por varios siglos en la Mayor de Las Antillas, y dejó numerosas huellas en nuestra cultura, que lleva la mixtura de tradiciones y costumbres ibéricas con la de nuestros antepasados africanos.
Hoy, decir cimarrón en Cuba es sinónimo de negro rebelde. El término comenzó a usarse en la isla y en otras regiones de América en la época en que España dominaba el “Nuevo Mundo”, y explotaba a millones de personas provenientes de África.
Pero entre esos infortunados, a los que lograban escapar de la severa represión y se escondían hasta el final de sus vidas en lugares de difícil acceso, comenzó a llamárseles cimarrones.
Hasta hace un tiempo quienes quisieran acceder al Monumento al Cimarrón tenían que escalar literalmente la empinada elevación que se ubica frente al santuario del Cobre, resultaba un esfuerzo bastante similar al que aquellos negros esclavos cuando querían escapar. En la actualidad se puede llegar a través de 333 escalones que permiten el descanso a los visitantes y que se puedan tomar mayor tiempo para contemplar el hermoso paisaje.
La pieza, fue hecha por el escultor cubano Alberto Lescay Terencio y emplazada en 1997 en un cerro que bordea la antigua mina de cobre. Esculpida en hierro y bronce, contó fue erigida de conjunto con la Fundación Caguayo y la Casa del Caribe de Santiago de Cuba, además de l tener el absoluto apoyo de la UNESCO.
La mítica escultura mide casi 10 metros de altura y se yergue como si contemplara los pasos de aquellos esclavos que fueron despojados de sus derechos.
Se trata de una figura humanoide con manos y cuerpo de un hombre pero la cabeza de un caballo. La representación puede tener disímiles interpretaciones, pero cada una de ellas vinculadas al tema de la libertad humana.
A lo largo de toda nuestra geografía existen sitios que recuerdan a los miles de hombres, mujeres y hasta niños, que siendo arrancados a la fuerza de sus hogares para nunca más volver, no aceptaron resignados su condición de esclavos y decidieron huir. Entre ellos destacan museos y monumentos como el Castillo de San Severino y los restos del ingenio Triunvirato, vestigios de esos acontecimientos que marcaron a la esclavitud en el país.
Igual importancia ha tenido perpetuar este monumento sobre los restos de un antiguo cerro llamado el Cardenillo, que recrea la cultura que dejaron los esclavos fugitivos en la zona oriental del país.
Precisamente, en un lugar severamente golpeado por la extracción minera durante siglos se levanta la estatua conmemorativa, que constituye lugar cimero dentro de la Ruta del Esclavo en la isla.
Para los conocedores, el monumento es visto como un punto de escalada y reflexión sobre el valor que en todos los tiempos tiene la resistencia y la rebeldía frente a las acciones de opresión y las injusticias.
Mas allá de las reflexiones que propone, es posible desde su altura, disfrutar las impresionantes vistas del entorno del Santuario Nacional del Cobre, y sobre todo la preciosa laguna verdeazul que debe su peculiar tonalidad a las calcificaciones de la minería.
Sin lugar a dudas, se trata de uno de esos sitios que el visitante disfrutará durante su estancia en el oriente del país, por los valores naturales y socioculturales mencionados.