El baile cubano que trajeron los esclavos haitianos
Una manifestación cultural de la música y la danza que surgió en el XVIII en el oriente de Cuba, fruto de las migraciones de colonos y esclavos haitianos, es patrimonio inmaterial de la humanidad. Se trata de una expresión cultural muchos especialistas advierten los antecedentes más directos de la rumba y el guaguancó.
El tipo de baile, canto y percusión llamado Tumba Francesa llegó a Cuba con los esclavos haitianos, que fueron trasladados a la parte oriental del país tras las revueltas que sacudieron Haití en 1790, aunque los primeros testimonios escritos de esta tradición datan de principios del siglo XIX.
Esta danza encarna uno de los vínculos más antiguos y visibles con el patrimonio afro-haitiano de la región cubana de Oriente. Es el fruto de la fusión, de la música del África occidental con los bailes tradicionales franceses.
Las representaciones consisten en series de cantos y danzas de 30 minutos de duración y suelen prolongarse hasta bien entrada la noche. Suelen comenzar con un dialecto español o francés interpretado por el cantante principal, llamado composé. Cuando éste da la señal, el catá, un gran tambor de madera, arranca con un ritmo frenético al que replican tres más pequeños llamados tumbas.
Las danzas se ejecutan bajo la dirección del Mayor de Plaza, mientras que los bailarines y el coro están formados principalmente por mujeres, ataviadas con vestidos largos al estilo colonial y se cubren la cabeza con pañuelos africanos.
Fue precisamente tras la abolición de la esclavitud en Cuba en 1886 y la migración urbana de los libertos en busca de trabajo, que surgieron las sociedades de Tumba Francesa en varias ciudades del Este de la isla.
No obstante si bien la popularidad de la Tumba Francesa alcanzó su apogeo al final del siglo XIX, hoy día, sólo se interpretan regularmente dos de los numerosos estilos de Tumba Francesa: el masón, una parodia jocosa de los bailes de salón franceses, y el yubá, un baile improvisado basado en ritmos frenéticos de tambor.
El legado de La Tumba Francesa es protegido hoy por tres grupos fundamentales en igual número de provincias, la Caridad de Oriente, en Santiago de Cuba, Santa Catalina de Rici, en Guantánamo y Bejuco, en Sagua de Tánamo, Holguín.
Atendiendo al valor histórico, social y cultural, la Tumba Francesa fue la primera expresión cultural en Cuba en ser reconocida por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, para lo cual la propia organización, de conjunto con las autoridades cubanas, elaboró e implementó un Plan de Salvaguarda.