El Pico Turquino: la inolvidable cima de Cuba
En el corazón mismo de la Sierra Maestra, la mayor cordillera de Cuba, justo a 1974 metros sobre el nivel del mar, se alza majestuoso el Pico Turquino, el punto más alto de la Isla, declarado Monumento Nacional.
También se le conoce como Pico Real del Turquino y forma parte del parque nacional de igual nombre que se eleva, con toda su imponente grandeza, sobre un paisaje impresionante que abarca 17.540 hectáreas de cumbres, bosques de un verde intensísimo que atesoran gran diversidad biológica, valles y ríos donde se concentra el 50 por ciento de la flora endémica de La Mayor de las Antillas, así como el único monte fresco altitudinal de esta.
Alcanzar la cima del Turquino es una hazaña que exige una feroz tenacidad, para vencer la ruta repleta de ascensos y descensos por parajes abruptos y senderos angostos, que se suceden y llegan a parecer interminables; todos dentro de un escenario natural único, muy bien conservado y poblado de una fascinante variedad de especies de plantas y animales que solo pueden verse allí; en ese lugar desde cuya cumbre se divisa a veces un collar de nubes rodear a la montaña allá abajo, pudiéramos de decir que un poquito más arriba de los hombros, si los tuviera.
El pico se puede escalar por dos accesos. El primero y más difícil es el la provincia Santiago de Cuba, mientras que el menos intenso se alcanza desde Granma.
Para acceder al macizo existe un programa que garantiza salidas diarias en excursiones que se extienden por tres jornadas y que pueden coordinarse en los burós de turismo en Santiago.
La excursión al Turquino
El primer día inicia a las cinco de la mañana en dicha ciudad desde donde se parte hacia Granma. Se llega al Centro de Información Santo Domingo, en el cual se ofrece una explicación resumida del viaje, que comienza en el alto del Naranjo, donde inicia el trekking (viaje complejo) hacia la Comandancia de La Plata.
Luego se retorna nuevamente al Naranjo para seguir hacia La Platica, hacer allí el almuerzo picnic, acampar y visitar la comunidad.
A las seis de la mañana, con el desayuno, empieza el segundo día. Prosigue la marcha luego hacia el Pico del Joaquín, ubicado a 1360 metros sobre el nivel del mar.
Aquí se descansa y luego persiste la subida hasta el Alto de Regino a 1680, luego hasta el Pico Real del Turquino en el cual se halla la estatua del Héroe Nacional de Cuba, José Martí. Más tarde se produce el descenso hasta el campamento de Aguada del Joaquín y finalmente aquí se descansa y se pernocta.
El impresionante busto de José Martí situado en la cumbre del Turquino, fue esculpido por Jilma Madera, la autora de la colosal estatua del Cristo de La Habana, y colocado allí en 1953, año del en que se cumplieron los cien años del natalicio de Apóstol.
Lo emplazaron Celia Sánchez Manduley –una de las figura políticas más importantes de la Revolución Cubana– acompañada de su padre. En la base de esta elegante obra se lee la siguiente frase martiana: "Escasos como los montes son los hombres que saben mirar desde ellos y sienten con entrañas de nación o de humanidad".
Ya en la tercera jornada, después del desayuno programado para las ocho y treinta de la mañana, inicia la bajada. Se desciende primero hasta el pueblo de las Cuevas, localizado en la ladera sur de la montaña que da al Mar Caribe, donde es posible refrescarse y disfrutar de un delicioso chapuzón en las aguas cristalinas del río Palma Mocha.
Las primeras visitas que recibió esta cumbre tuvieron lugar en el siglo XVI, según muestra un mapa de esa época hecho por Gerardo Kramer, geógrafo flamenco. Más tarde (1924-1935) en la Carta de Vives se hace referencia a un río, un puerto y un pico Tarquino en esa zona, donde se dice también que mandaba un cacique de igual nombre.
Escalar el Turquino provoca una comprensible mezcla de emoción y orgullo ante el enorme esfuerzo desplegado, que se ve premiado con la visión desde la cima de Cuba, del excelso y sobrecogedor paisaje que se extiende a tus pies, mientras te dices con satisfacción y jubilo “¡lo logré!” Y no consigues olvidarlo nunca más.