Las seis aves más bellas de Cuba
Si eres amante del turismo de naturaleza y de la observación de aves te encantará conocer sobre estas bellísimas y sorprendentes especies cubanas. Algunas podrás avistarlas en varios de los destinos ecoturísticos más importantes de la isla, muchos de ellos declarados Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Existen otras realmente encantadoras, pero estas seis que escogimos como las aves más bellas de Cuba, sobresalen por su hermosura. Si te decides a visitar las regiones donde habitan estos tesoros de la avifauna de la isla y puedes observarlas, seguramente darás una vez más gracias a la madre naturaleza por tanta maravilla.
Tocororo: considerada el ave más más bella de Cuba. Su nombre se debe a la onomatopeya de su canto y el científico es Priotelus temnurus.
Es el Ave Nacional de la isla por su deslumbrante plumaje de colores vivos y brillantes que incluyen los de la bandera cubana y, además, porque no puede vivir en cautiverio. Es endémico pero no exclusivo de la Mayor de las Antillas.
Pertenece a la familia de los quetzales y habita en lugares boscosos de montaña preferentemente donde hayan pinares y árboles altos. Se le suele encontrar en la Isla de la Juventud, la Sierra de la Gran Piedra (en la Sierra Maestra, Santiago de Cuba); en Cayo Guanaja y Cayo Sabinal (archipiélago Sabana Camagüey).
Mide entre 27 y 28 centímetros y medio; se alimenta de frutos, flores e insectos y para reproducirse anida desde abril hasta julio en los agujeros que los pájaros carpinteros abandonan.
Cartacuba: Todus multicolor. Resulta una de las criaturas más hermosas de la avifauna del país, también la llaman barrancolí cubano o pedorrera.
Es endémica de la Mayor de las Antillas. Se trata de un ave coraciforme (de muchos colores). Está diseminada por toda la isla, sobre todo en los bosques con barrancos que son su hábitat principal.
Acostumbran posarse por largos ratos y vuelan distancias cortas, emitiendo un sonido vibrante con las alas en forma de sonora ventosidad. Se alimentan únicamente de pequeñas lagartijas, insectos y otros invertebrados.
Zunzuncito cubano: conocido también como pájaro mosca (Mellisuga helenae). Es el ave más pequeña del planeta. Su nombre nace del zumbido que emiten sus a alas al volar. Mide 5.5 centímetros solamente y pesa apenas 1.6 gramos.
Se dice que es más fácil confundirlo con una abeja que con otra ave. Agitan sus alas ¡80 veces por segundo!, lo cual le permite mantenerse suspendido en el aire, en una misma posición, por mucho tiempo y libar el néctar de las flores con tranquilidad.
Posee el segundo ritmo cardíaco más rápido del todo el reino animal. El alimento que consume equivale a la mitad de su peso corporal y el agua que ingiere lo supera en ocho veces.
Es el ave con mayor temperatura corporal, 40 grados durante el día. Vuela 20 horas seguidas, a la súper velocidad de 114 kilómetros por hora.
Los colores de sus plumaje no dependen de un pigmento, sino que este posee unas plaquitas que descomponen la luz solar, por tal razón siempre se verán las plumas con un color diferente en dependencia del ángulo en que los rayos solares incidan sobre ellas.
No está en peligro de extinción pero sí clasifica como una especie vulnerable, debido a su marcada localización en áreas protegidas, declaradas Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO: La Ciénaga de Zapata, la Sierra de Najasa en Camagüey, Sierra del Rosario en Pinar del Rioy la Sierra Maestra oriente.
Guacamayo cubano: el ya extinto Ara tricolor. Tristemente desapareció a finales del siglo XIX. Externamente macho y hembra eran iguales.
Medía entre 45 y 50 centímetros, su frente era naranja y rojiza y amarilla la nuca. Tenía zonas blancas carentes de plumas alrededor de los ojos. La cara, el pecho, el abdomen y muslos eran también naranja; mientras que las piernas y la punta del pico estaban coloreados de marrón.
La parte superior del cuerpo era rojo parduzco con plumas rematadas en verde y, azules, las ubicadas por debajo y en la punta de la cola, así como en la zona inferior de la espalda.
En cuanto al vuelo, se describe que al levantarlo abría y exhibía en toda su extensión su impresionante cola en un espectáculo que resultaba realmente magnífico. Documentos que datan de la mitad del siglo XIX narran acerca de la existencia de estos hermosos animales antes de desaparecer.
Se dice que había poblaciones en la Isla de la Juventud y también en la Ciénaga de Zapata, Matanzas. Su espléndida belleza los convirtió en regalos dignos de los Reyes de España. Con este fin fueron cazados incontables veces.
Finalmente el aumento de la población humana en el siglo XIX incidió en desforestación de los bosques, saqueó y la destrucción de los nidos, hasta que los hábitats del Ara tricolor fueron totalmente destruidos y aniquilado el último ejemplar vivo.
Carpintero Jabado: Melanerpes superciliaris. En Cuba se le llama ‘jabado’ como a las personas mestizas pelirrojas. En Hispanoamérica se les dice “carpinteros” y en España se les denomina “picos”.
En La Mayor de las Antillas es el carpintero más común. Habita en la Isla de la Juventud y en los cayos Coco, Romano y Guajaba (archipiélago Jardines del Rey); San Felipe, Cantiles, Ávalos y Largo (Archipiélago de los Canarreos). Siempre en los bosques o en sitios con árboles dispersos.
Tienen unos 28 cm de largo. Su alimento lo componen insectos y larvas en los troncos vivos, así como frutos pequeños; aunque también perfora los grandes e ingieren, además lagartijas y pequeñas ranas.
Hacen sus nidos entre febrero y julio en huecos que horadan en palmas, en las yagruma (Cecropia peltata) o en troncos muertos.
Paloma Perdiz cubana de cabeza azul: Starnoenas cyanocephala , la única especie de su género que es también endémico de Cuba. Es el que normalmente se emplea para denominar a las perdices y se le dio por el parecido que tiene con estas aves tanto en el rostro rayado como en el aparatoso vuelo.
El término cyanocephala, por su parte, significa cabeza azul que en su caso es de un tono metálico, el cual termina sobre una franja negra que se despliega al nivel de los ojos y se estrecha más hacia el frente. Su alimentación es a base de frutos, semillas (les encantan las de naranja) y moluscos pequeños que hallan en la hojarasca.
Vive en bosques densos de pocas hierbas en las penínsulas de Guanahacabibes y Zapata, así como en La Güira. Muy escasamente se le encuentra en otros lugares del país con semejante ecosistema.