El Castillo de la Real Fuerza de La Habana
Desde que lo ves, el Castillo de la Real Fuerza te revela su carácter marcial. En La Habana Vieja, Centro histórico de la Capital de Cuba, a un costado de la Plaza de Armas, frente al canal de entrada a la bahía que bordea el muro del Malecón, se impone esta fortaleza militar de casi cinco siglos que sirvió de vivienda a los capitanes generales y gobernadores en la época colonial, en cuya torre se yergue La Giraldilla, símbolo de la urbe nacido de una hermosa historia de amor.
Se dice que en 1538 el Rey Carlos I de España había informado a don Hernando de Soto - nombrado por el monarca Capitán General de Cuba y Adelantado de La Florida- acerca de la construcción del castillo y puesto la obra a su cargo. Don Hernando tomó posesión de La Isla, dejó como gobernadora a su esposa Isabel Bobadilla y marchó a la Florida. En un recorrido que duró dos años atravesó Georgia, otros territorios y el río Misisipi en busca de la Fuente de la Juventud, pero murió en el empeño por una fiebre letal. Isabel, según se cuenta, lo esperó cada día, durante largas horas por años en la torre de vigía del Castillo de la Real Fuerza hasta morir de amor.
Pero todo fue leyenda. La realidad revelada por el investigador Pedro A herrera López demuestra que doña Isabel de Bobadilla en realidad regresó a España con “sus potentados familiares” y cuantiosos bienes heredados de su esposo, a quien tampoco pudo haber esperado desde lo alto de la torre, pues esa fortificación se erigió después de 1555, al ser destruida la antigua Fortaleza por el corsario francés Jacques de Sores.
Cierto es también que esta mujer, símbolo de la esperanza y la fidelidad conyugal, inspiró a Gerónimo Martín Pinzón artista habanero de origen canario, artífice, fundidor y escultor, a esculpir en su honor la figura de una bella muchacha vestida a la usanza del renacimiento español y con la Cruz de Calatrava en una de sus manos. Esta fue fundida en bronce y colocada como veleta en la torre de la edificación por mandato del gobernador de la ciudad don Juan Bitrián Viamonte luego de 1630. Sin embargo la que hoy se observa es una copia minuciosamente elaborada que sustituyó a la original, para evitar su deterioro y destrucción con el paso del tiempo, por la agresión de agentes corrosivos presentes en el medio ambiente.
La Historia narra igualmente que cuando la toma de La Habana por los ingleses en 1762, burlando la conclusión lógica de que su ubicación tan hacia el interior del canal de entrada la bahía le restaba efectividad a su capacidad defensiva, la fortaleza resultó uno de los centros desde donde se organizó la defensa de la ciudad y también uno de los principales bastiones de esta célebre contienda, Junto al Castillo de Morro. Asimismo se ha registrado que el castillo no solo fue vivienda de capitanes generales y gobernadores, aquí se guardó el oro, la plata y otras mercancías valiosas llegados a Cuba en tránsito hacia España; al retomarse el dominio colonial de la ciudad por la metrópolis- después de 1762- acuarteló la tropa de la plaza y durante la Guerra de los Diez Años (1868-1878), constituyó el Cuartel del Cuerpo de Voluntarios de La Habana.
En la actualidad esta fortaleza que integra la Lista del Patrimonio Mundial, condición concedida por la UNESCO en 1982, es un museo inaugurado tras una intensa labor de restauración desarrollada por la Oficina del Oficina del Historiador de la Ciudad junto a otras instituciones, que posee una sala monográfica donde está ubicada una maqueta del castillo a escala de 1:100 que muestra cómo fue evolucionando su construcción, la cual se basa en un plano de la Plaza de La Plaza de Armas y sus alrededores que data de 1691. En ella puede conocerse además sobre la historia de la navegación y la construcción naval en Cuba.
Este edificio es perfectamente simétrico, característica propia de la arquitectura renacentista. Puede verse como un cuadrado dividido en nueve partes iguales rematadas por cuatro bastiones regulares, o como cuatro cuadrados concéntricos. El primero—del interior al exterior— es el patio. Los baluartes se construyeron según las técnicas impuestas en aquella época por el uso del cañón, las cuales establecían que para tener mayor resistencia a las balas, las fortalezas fueran levantadas con gruesos muros. A su alrededor se halla un foso cuyo límite es el muro perimetral.