El Templete de La Habana
El templete, monumento semejante a un pequeño templo grecorromano, ubicado en La Habana Vieja, Patrimonio de La Humanidad, justo en las calles Baratillo entre O'Reilly y Enna – la más pequeña de la ciudad Capital de Cuba –, a un costado de la Plaza de Armas, es la semilla de cual brotó la principal urbe de la isla.
En el área que ocupa esta obra considerada como una de las de mayor influencia en el desarrollo de la arquitectura cubana, se ofreció la primera misa debajo de una frondosa ceiba y el 16 de noviembre de 1519 los colonizadores españoles fundaron en ese mismo lugar, la Villa de San Cristóbal de La Habana, la quinta de la época de Diego Velázquez. También aquí nació una de las más hermosas y arraigadas tradiciones habaneras consistentes en dar tres vueltas al árbol sagrado de la religión Yoruba, cada 15 de noviembre, tocándolo, abrazándolo e incluso besándolo para atraer la prosperidad. Según los investigadores el enraizamiento de esta costumbre se debe al marcado sincretismo que impuso el encuentro entre las culturas africana y española.
La construcción del Templete, erigido para honrar a la reina Josefa Amalia, esposa de Fernando VII, tuvo lugar en 1828, en un tiempo récord de cuatro meses y fue auspiciada por ilustres personalidades de aquellos tiempos como del capitán general y gobernador Francisco Dionisio Vives, el obispo de La Habana Juan José Díaz de Espada y Fernández de Landa, conocido por los cubanos como El Obispo Espada, y el Coronel Don Antonio María de la Torre Cárdenas, con los objetivos primordiales de celebrar los primeros misa y cabildo de la antigua villa y servir de marco físico a las tres magníficas obras del pintor francés Jean Baptiste Vermay, quien se estableció en la ciudad y fundó en 1816 la reconocida Academia de Pintura San Alejandro. Las cenizas, del artista y su esposa reposan en este monumento en una urna de mármol.
En 1754, mucho antes de la construcción de la edificación, Don Francisco Cagigal, gobernador de Cuba, hizo levantar una columna conmemorativa en el lugar donde se celebrara la primera misa que poseía tres caras que simbolizaban las tres provincias de la colonia, la imagen de la Virgen del Pilar en lo alto y textos en latín y castellano antiguo que constatan la construcción de dicho pilar, la fundación de La Habana y la celebración de la primera misa y cabildo bajo la ceiba. Esta iniciativa, al decir del historiador Emeterio Santovenia, permitió que pasaran a la posteridad esos hechos que de otra forma se hubiesen modificado y perdido con el paso del tiempo.
Más tarde, en 1827, el pilar fue rescatado del deterioro, por el entonces gobernador y capitán de la Isla, don Francisco Dionisio Vives y Planes, Conde de Cuba, gracias a quien el ayuntamiento de la ciudad acordó restaurar la columna, recuperar sus alrededores, de lo cual resultó el Templete como lo observamos hoy, que incluye, la Ceiba, La Columna Cagigal y el monumento al cual mucho le debe, según la Ecured, la evolución del llamado estilo “barroco cubano” en el siglo XIX insular.
En cuanto a la Ceiba, han existido varias. Tres sustituyeron a la primigenia, entre 1755 y 1757. Dos de ellas se secaron en poco tiempo y la tercera sobrevivió hasta 1827, año en que tuvo que ser removida para construir El Templete. En 1829 se plantaron otras tres, de las cuales solo una arraigó y duró hasta 1959, en que fue reemplazada por la que estuvo allí hasta 2016, también relevada porque estaba muy deteriorada por el comején. La sustituta de esta, una muy joven, proveniente de Las Terrazas, Artemisa, no prosperó. De modo que en abril de 2017 no hay presencia de la legendaria planta en el sitio fundacional de La Habana.
Mas los habitantes de La Capital de todos los cubanos confían en que el árbol sagrado de la esperanza, los estará aguardando como siempre el 15 de noviembre, para celebrar el aniversario de la urbe, recibir las tres vueltas de los fieles a su alrededor y seguir siendo depositario de sus deseos de prosperidad y buenaventura.