Cayo Jutías en Pinar del Río: naturaleza, playas y paisaje sin igual
Cayo Jutías es una pequeña isla con una superficie total de 4 kilómetros cuadrados y 5 de longitud, cuya preciosa playa homónima de igual extensión, arenas blancas y cálidas aguas de un espectacular azul turquesa es una de las más vírgenes de Pinar del Río, la provincia más occidental de Cuba.
El islote perteneciente al Archipiélago de los Colorados, se halla cerca de la bahía de Santa Lucía, a poco más de 50 kilómetros del famoso Valle de Viñales y a 175 de La Habana, Capital del país. Se accede a él por un terraplén de 5 kilómetros y está subordinado administrativamente al municipio de Minas de Matahambre.
No existe un lugar para alojarse en Cayo Jutías. Pero sí es posible hospedarse en algunas viviendas particulares situadas en la carretera de Santa Lucía. Lo aconsejable, sin embargo, es rentar una casa en Viñales y realizar una expedición de un día, donde el visitante tendrá todo un paraíso de naturaleza virgen para disfrutar, que incluye bosques de mangles y lugares donde pueden observarse estrellas de mar de gran tamaño, entre otras opciones.
El cayo y su playa conforman un paisaje alucinante donde es posible relajarse a plenitud. El lugar también es preciado por los habitantes locales, quienes suelen ir allí en familia a pasar un rato agradable.
La comida es garantizada por un restaurante bastante económico y al lado de este se encuentra una cabaña donde los amantes del submarinismo pueden contratar excursiones para bucear en los arrecifes, hacia donde hay que trasladarse en barco. En la playa también existe la opción de alquiler de bicicletas acuáticas y practicar snorkeling.
Acceder a Cayo Jutías, solo es posible en automóviles, ya sea en un auto arrendado, en autobuses que salen de Viñales o en taxis particulares que pueden encontrarse fácilmente en dicha ciudad. El viaje tiene una duración de poco más de una hora y hasta dos, y las condiciones de la carretera no son óptimas. Si se hace en un carro privado rentado, incluye la recogida en el hospedaje y el regreso.
Todas las tribulaciones del trayecto se olvidan, sin embargo, cuando se ponen los pies en este maravilloso lugar, que despoja al visitante de su voluntad y lo hace olvidar todo y fundirse con la belleza que la madre naturaleza pone a su disposición.