Caibarién, encantadora villa pesquera del centro norte de Cuba
Caibarién, es una villa pesquera del centro norte de Cuba, reconocida por sus singulares encantos y por encontrarse muy cerca de Cayo Las Brujas, Cayo Santa María y Cayo Ensenachos, islotes de hermosas playas y sitios paradisíacos que conforman el tercer polo turístico del país.
También conocida como la villa blanca, se trata de una pintoresca ciudad cubana situada en la provincia de Villa Clara, a 337 kilómetros de La Habana y a solo 9 kilómetros del legendario San Juan de los Remedios.
Aunque famosa por su antiguo esplendor como por su característico olor a mar, si algo distingue a Caibarién son sus cangrejos. De hecho, el símbolo de la ciudad es un inmenso cangrejo que recibe a los visitantes a la entrada del pueblo, obra del escultor Florencio Gelabert.
Toda la costa citadina está bendecida con una abundante fauna marina, y sus costas rocallosas son el sitio ideal para una vasta procesión de cangrejos cada año, evento que no pasa inadvertido por el lente de los visitantes, y tampoco para los que gustan de este crustáceo.
Y si de deleites culinarios hablamos, la cocina es uno de los mayores patrimonios de Caibarién estando indisolublemente asociada a las especialidades del mar. Los cangrejeros, como se reconocen los nacidos aquí, se sienten orgullosos de sus exquisitas langostas, minutas y sobre todo de la salsa perro, considerado el plato distintivo de la ciudad desde la primera mitad del siglo XX.
Muy visitado en la ciudad es el museo de la Agroindustria Azucarera, un sitio único para tomar fotografías, ya que se localiza en el que fuera el más importante central de la región. Igualmente resulta admirable una colección de locomotoras clásicas que los pobladores identifican como museo del vapor.
Las tradicionales casas playeras con altas fachadas de madera y portales corridos, así como fastuosos edificios, de los cuales muchos se encuentran en ruinas, le hablan al visitante de la opulencia y prosperidad de que gozó esta villa en el pasado. Caminar por sus extensas calles y avenidas, con un trazado casi de cuadrícula y orientado de norte a sur, recaba nostálgicas emociones en quien las desanda, incluso, por vez primera.
Del centro citadino llama la atención su extenso parque, con una regia glorieta de inicios del siglo 20, y que ha sido el espacio habitual desde donde ha deleitado con su música la banda municipal de conciertos, institución inaugurada en 1905 y que aún hoy goza de reconocimiento nacional.
Pero es el largo malecón de Caibarién el lugar más llamativo y concurrido del pueblo. Es el sitio donde todos los cangrejeros se juntan, ya sea para pescar con una caña, conversar entre amigos o compartir en pareja. Además de la quietud del entorno y la suave brisa que llega del mar, es posible disfrutar de la buena comida criolla desde restaurantes particulares, donde el aroma de los mariscos nos doblega los sentidos.
Con su vista panorámica constituye un sitio muy atractivo donde se celebran los tradicionales carnavales del pueblo y se puede disfrutar de las actuaciones de orquestas nacionales, actividades culturales y deportivas.
Ejemplo de ello es el Festival Acuático que cada año celebra Caibarién. Catamaranes de la Academia provincial de velas radicada en el litoral navegan junto a otras pequeñas embarcaciones que rutilan gracias al ingenio popular y la destreza de los parroquianos.
Las aguas que bordean el Malecón citadino se visten de color y bullicio, como parte de un genuino espectáculo que los pobladores esperan cada año. Gente bonachona y siempre alegre, disfruta de las regatas, las carrozas marinas y competencias de nado, así como de actividades pesqueras.
Pero si de festejos hablamos el lauro se lo llevan las parrandas, festividad típica de la región central de Cuba, y que, si bien tienen su máximo exponente en Remedios, hacen que Caibarién deje de ser la villa blanca, para desbordarse de colores, fuegos artificiales, carrozas y trabajos de plaza, acompañados de los changüíes distintivos de cada barrio en disputa.
Pero ninguna belleza artificial supera la gracia natural de las playas e islotes de Caibarién que ha sido reflejada en la pintura cubana, teniendo la más bella concreción en las obras de Leopoldo Romañach, con sus célebres Marinas.
Si de alojamientos hablamos, más allá de los hostales particulares de que cuenta la ciudad, una excelente opción es el Hotel Islazul Brisas del Mar también conocido como Villa Blanca, que se encuentra propiamente en la playa de Caibarién, en un punto ideal tanto para la exploración de la zona como para la relajación del visitante.
Ubicada a medio camino entre los paradisíacos cayos y el legendario Remedios, la villa blanca es un destino obligado para quienes buscan conocer las tradiciones pesqueras del cubano y deleitarse con los encantos naturales de nuestra isla.