La laguna del Tesoro, uno de los mayores reservorios de agua dulce de Cuba
La laguna del Tesoro, uno de los mayores reservorios de agua dulce de Cuba donde habitan importantes especies de la flora y la fauna de la isla, ideal para el ecoturismo, la pesca deportiva y conocer la historia precolombina, se ubica 145 kilómetros al sur de la provincia de Matanzas, en la porción oriental de la Ciénaga de Zapata, el mayor humedal del Caribe, declarado Reserva de la Biosfera por la UNESCO.
Este significativo embalse natural tiene dieciséis kilómetros cuadrados de superficie, cinco de diámetro y cuatro de profundidad media. Su profusa vegetación acuática favorece la reproducción de truchas de boca grande Micropterus salmoides, famosas por su gran tamaño que son todo un acontecimiento para los amantes de la pesca deportiva.
La mejor época para capturarlas se ubica entre los meses de enero y abril y la modalidad más emocionante resulta la de catch reléase (captura y libera).
Atesora también otras importantes especies acuáticas endémicas de Cuba como el manatí (Trichechus manatous) y el manjuarí (Lepisosteus tristoechus), cuya pesca está prohibida pero los visitantes pueden observarlas y conocer sobre ellas.
Sin embargo no solo es asombrosa la vida bajo sus aguas. Las riberas, cubiertas de espesos bosques, y el propio lago albergan una gran población de aves, lo cual lo convierte en sitio perfecto para observación de estas, especialmente durante el amanecer y en el ocaso.
Se dice que el nombre de la laguna está asociado a una leyenda aborigen, según la cual los indios que habitaban en los alrededores echaron al fondo del lago todas sus riquezas para evitar que los conquistadores españoles se apoderaran de ellas.
Precisamente otro gran atractivo del lugar es que permite “viajar” a ese pasado precolombino, pues en su extremo sureste se halla la réplica de una aldea Taína–cultura indígena más avanzada de Cuba– con sus viviendas típicas, representadas por un caney y cuatro bohíos en tierra; así como 25 estatuas de aborígenes a escala natural, esculpidas por la gran escultora cubana Rita Longa, que realizan tareas propias de la vida cotidiana en la comunidad: labores domésticas, caza, pesca, entre otras.
También en esta porción de la Laguna del Tesoro se encuentra Villa Guamá, que recrea igualmente en el ambiente precolombino, pues la arquitectura de las cabañas de maderas preciosas y techo de guano, asemeja a los caneyes aborígenes. Estas se erigen sobre pilotes y se distribuyen en 12 pequeños islotes artificiales que se conectan entre sí por senderos de madera y puentes.
El acceso tanto a la villa como a la aldea es solo posible mediante embarcaciones (lanchas de motor o botes) que deben navegar para llegar a ambos lugares unos siete kilómetros en total: cuatro a lo largo del canal de la laguna y tres a través de ella. Este recorrido resulta en sí otra de las espléndidas aventuras que regala este sitio especial.