Sagua la Grande y las ruinas de su gloria ¿nuevo destino turístico?
Hace décadas la villa del Undoso, dejó de ser uno de los principales enclaves portuarios del país, y se resignó quietamente a recordar su pasado de ensueño. Hoy los monumentales edificios, que superan en opulencia a los de varias capitales provinciales del país, son verdaderos testigos, acaso ruinas, de su antigua gloria.
Pero a pesar de sus desdichas, y sin tratarse de un polo turístico propiamente, hoy Sagua la Grande, ciudad ubicada en la llanura norte de Villa Clara y a 270 kilómetros de La Habana, constituye una de las localidades más regias de toda la isla, digna de ser visitada y redescubierta por un lente sagaz, o por todos aquellos ojos que ambicionen belleza.
Flanqueada por la Sierra de Jumagua y calada por el Río Sagua (también llamado El Undoso), esta ciudad posee uno de los tres conjuntos urbanos de la provincia declarados Monumento Nacional, junto a los de Santa Clara y Remedios.
Fundada en 1812, la villa no recibió grandes afectaciones durante las guerras por la Independencia de España, algo que posibilitó su acelerada prosperidad económica junto a la construcción de elegantes mansiones, hoteles y obras públicas.
Siendo así, dispuso muy tempranamente del ferrocarril y del primer alcantarillado de toda Cuba, además de contarse entre las primeras urbes en electrificarse, y tener acueducto. Su inusitado desarrollo continuó sin tropiezos hasta erigirse ya en la década de los años 50 como una importante ciudad portuaria, polo industrial y científico de la joven república.
Frenado drásticamente su apogeo económico, hoy Sagua la Grande, y en especial su centro histórico muestra al visitante el aliento neoclásico de su cuidado urbanismo, y su arquitectura, se distingue por un refinado eclecticismo de mínimas penetraciones modernas. No obstante, desde su peculiaridad resaltan edificaciones que evidencian el despunte del art-nouveau en Cuba.
Ciertamente, en el casco histórico se aprecia el deterioro constructivo sobre todo en aquellos inmuebles de la primera mitad del siglo XIX, pero aun así es posible admirar la majestuosidad de edificaciones como la antigua Colonia Española y el Casino Español.
Mucho más admirables son quizás los hoteles Sagua y Telégrafo, así como los imponentes edificios del Royal Bank of Canada, The City Bank of New York, La Villa de París y el Palacio del Conde de Casa Moré, actualmente Casa de la Cultura Municipal.
Distinción especial merecen la Iglesia Parroquial de la Purísima Concepción, y el Colegio de los jesuitas, que, con su alto campanario de impecable estilo neogótico, eleva la imagen de Jesús al punto más alto de la villa.
Por su parte la Estación Central de Ferrocarriles, si se quiere constituye la postal icónica de la urbe, pues se trata de uno de los edificios más gigantescos y admirables de toda la ciudad, y también un referente dentro de su tipología en el país.
Ni qué decir del Palacio Arenas, un extravagante edificio que, con sus arabescos, vitrales, arcos y mosaicos de ensueño, pareciera la mansión de un sultán, y constituye una de las siete maravillas de la arquitectura en Villa Clara.
Por su parte, el río Sagua divide caudaloso la ciudad y justifica la existencia de una obra tan admirable desde el punto de vista de la ingeniería como desde las perspectivas del arte. El Puente del Triunfo, un viaducto de hierro que siempre se ha identificado por los sagüeros como esa Torre Eiffel que enamora y estremece a partes iguales.
Si bien son los paisajes que el río deja en sus meandros citadinos los más bellos que podrás encontrar, la villa del Undoso es dueña de una gran riqueza forestal, que encuentra en los Mogotes de Jumagua (los segundos del país junto a los de Viñales) su más peculiar reserva natural.
Caracterizada desde antaño por sus extensas plantaciones de azúcar, o sus fundiciones y fábricas de productos químicos, Sagua la Grande no tiene mayor caudal que esa profusión de figuras ilustres que su suelo ha visto nacer. Entre ellos destacan los músicos Rodrigo Prats y Antonio Machín, el científico Joaquín Albarrán y el más universal de los pintores cubanos, e íntimo amigo de Pablo Picasso, el vanguardista Wifredo Lam.
Recientemente, el Ministerio del Turismo ha confirmado que se iniciarán las pertinentes labores restauradoras que harán de Sagua la Grande otra villa turística en Cuba. Quizás sea la oportunidad de salvar la magia de esta ciudad increíble que se resiste a fenecer cuando aún le queda, inalterable, su pretensión de gloria.