Viñales: Patrimonio Nacional y Paisaje Cultural de la Humanidad de la UNESCO
Una de las vistas de Cuba más conocidas mundialmente es la de los mogotes del valle de Viñales. La naturaleza dotó excepcionalmente a este paraje ubicado a unos 27 kilómetros de la ciudad de Pinar del Río, en la zona más occidental de Cuba. Visitar este sitio es como penetrar al corazón de la madre natura. Son 132 kilómetros los que abarca el más relevante de los valles cársicos del país, declarado Patrimonio Nacional y por la UNESCO Paisaje Cultural de la Humanidad.
Los exuberantes y muy verdes mogotes, que alcanzan una altura de entre 140 y 400 metros, circundan la pequeña población de Viñales, asentada allí desde 1607. Sus habitantes han tenido siempre en la agricultura, sobre todo en el cultivo del tabaco, su principal labor. Se trata de una típica localidad del interior de Cuba, que conserva su marcado aspecto colonial. En las afueras, diseminadas por todo el valle se pueden divisar varias casas típicas de campesinos (bohíos) con sus correspondientes sembradíos y vegas de tabaco.
En el Valle de Viñales se encuentra el mayor sistema cavernario de Cuba y uno de los más extensos del hemisferio occidental, que cuenta con 18 kilómetros de galerías, gran parte de ellos visitables. Entre ellas destacan por sus dones particulares: la Cueva del Indio, descubierta en 1920 y convertida en atractivo turístico desde 1951, atravesada por el río San Vicente y navegable por dentro de ella a lo largo de unos 500 metros; y el Palenque de los Cimarrones, una especie de museo con servicios de restaurante, que reproduce a la entrada de la gruta que atraviesa de un lado a otro la montaña, una aldea de esclavos africanos huidos (palenque), algo que fue abundante en esta zona del país, dada la protección que les ofrecían las condiciones naturales propias del lugar.
Pero, ni entre tanta belleza natural, el hombre ha dejado de poner su impronta creadora, por suerte, esta vez, en perfecta armonía con el medio. El Mural de la Prehistoria es una gran pintura de 180 metros de ancho y 120 de alto con la firma de Leovigildo González, quien fuera discípulo del muralista mexicano Diego Rivera. El autor aprovechó la pared vertical de uno de los mogotes para tratar de explicar de esta forma, con imágenes de animales prehistóricos que habitaron la zona, la evolución geológica de la Sierra de los Órganos, escenario geográfico que acoge a Viñales. El mural, que fue realizado entre los años 1959 y 1962, fue sometido a una restauración general en la década de los 80, utilizando productos más resistentes a las inclemencias de la naturaleza.
En las inmediaciones del valle, el río San Vicente ofrece manantiales de aguas hipo termales, que brotan de la sierrita homónima. Otros tesoros se encuentran en los predios del afamado valle, entre hoteles y moteles, camping, casas del Habano, restaurantes, lagunas, la flora y fauna autóctonas, en fin, el paraíso en un pedazo de tierra cubana, el Valle de Viñales.